INNOVA Research Journal 2016, Vol 1, No. 12, pp. 23-28
Introducción
La introducción de proyectos en el plan de estudios no es una idea nueva o revolucionaria
en la educación. No obstante, durante la última década esta se ha convertido en una estrategia de
enseñanza más formal.
El aprendizaje basado en proyectos ha ganado un mayor punto de apoyo en el aula ya que
los investigadores han documentado lo que los profesores han entendido desde hace tiempo: los
estudiantes se vuelven más comprometidos en el aprendizaje cuando tienen una oportunidad de
profundizar en el complejo, desafiante, problemático y a veces confuso terreno de los proyectos,
muchos de los cuales se parecen a la vida real.
Sin embargo, el aprendizaje basado en proyectos va más allá de generar el interés en los
estudiantes. Los proyectos bien diseñados alientan una indagación activa y un pensamiento de
orden superior (Thomas, 1998). Las habilidades de los estudiantes para adquirir nuevos
conocimientos se incrementan cuando son vinculados a actividades significativas (Bransford,
Brown & Cocking, 2000), también cuando se les ayuda a entender el por qué, cuándo y cómo
esos hechos y habilidades son relevantes.
Otra ventaja dentro del contexto de la educación, es que la investigación adquiere un
significado más específico. Los maestros que utilizan la investigación como estrategia
normalmente motivan a que los estudiantes realicen preguntas, planeen y lleven a cabo
investigaciones, hagan observaciones, y reflexionen sobre lo que han descubierto. Eso no quiere
decir que esta sea una definición estática. Incluso dentro de una misma clase, las actividades de
investigación pueden surgir tanto del profesor como de los estudiantes (Jarrett, 1997).
Para los estudiantes, los beneficios del aprendizaje basado en proyectos incluyen:
aumento de la autogestión y mejora de las actitudes hacia el aprendizaje (Thomas, 2000);
mejoras en el rendimiento académico iguales o mejores que los generados por otros modelos,
además, los estudiantes que participan en los proyectos tienen mayor responsabilidad por su
propio aprendizaje que durante las actividades de aula más tradicionales (Boaler, 1999);
oportunidades para desarrollar habilidades complejas, tales como el pensamiento de orden
superior, resolución de problemas, colaboración y comunicación; acceso a una gama más amplia
de oportunidades de aprendizaje en el aula, proporcionando una estrategia para involucrar
estudiantes culturalmente diversos (Railsback, 2002).
Todo esto ha generado un gran interés por esta nueva estrategia instruccional y ha
alcanzado su auge, en algunos casos se la impulsado desde las políticas públicas referentes a los
sistemas educativos en algunos países. En el Ecuador, se han desarrollado convocatorias de
proyectos impulsadas por instituciones gubernamentales en los que también participen los
estudiantes. Esto ha hecho que las universidades también realicen este tipo de iniciativas y
muchas de ellas ya han empezado a realizar “Proyectos Semilla”, los cuales “son comunidades
de aprendizaje y científicas en las que intervienen docentes y estudiantes a fin de contribuir al
desarrollo de su competencia investigativa en el proceso de formación profesional que sirva de
base al recambio/relevo generacional de investigadores de la comunidad científica universitaria”
(Universidad de Guayaquil, 2015).
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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