INNOVA Research Journal 2018, Vol 3, No. 2.1, pp. 129-138
una estrategia para resolver dificultades y reducir los costos de producción de bienes [y
servicios], sino que se convertirse en el principal valor diferenciador de las organizaciones en un
mercado global altamente competitivo (Escobar y Mosquera, 2013).
Sin duda, un punto de quiebre en la evolución de la calidad ha sido la normalización y
estandarización, pues estas siguen siendo el corazón de los procesos de la calidad, en la
actualidad las normas internacionales ISO, esquematizan el modelo de calidad, la cual es
definida como; “la promoción de una cultura que da como resultado comportamientos, actitudes,
actividades y procesos para proporcionar valor mediante el cumplimiento de las necesidades y
expectativas de los clientes […]” (Secretaria Central de ISO, 2015). La satisfacción del cliente,
el cumplimiento del valor percibido, el impacto previsto en todas las partes interesadas y
fundamentalmente un enfoque basado en procesos, son los elementos en los que se consolida la
gestión de la calidad propuesta desde de la Organización Internacional de Normalización (ISO,
por sus siglas en inglés). A su vez, la articulación entre el sistema de gestión de la calidad (ISO
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001:2015), sistema de gestión ambiental (ISO 14011:2015) y el sistema de gestión en seguridad
y salud en el trabajo (OHSAS 18001:2007), permiten dar un paso más allá en los llamados
Sistemas de Gestión Integrados (SGI), que junto con los principios de sostenibilidad y
responsabilidad social empresarial, se convierten en el último eslabón de los procesos de gestión
empresarial en la actualidad.
Sin embargo, es en la prestación de servicios en donde las organizaciones compiten en el
siglo veintiuno, pues difícilmente podemos encontrar un sector en donde los servicios no se
encuentren presentes, tal es así, que en el sector industrial el servicio es visto como parte del
producto (Miguel, 2002), pero yendo más allá, es necesario hablar de la gestión de la calidad en
los servicios, pues hoy en día este sector ha cobrado tal relevancia que ya no puede ser solo visto
como parte del proceso de producción, sino más bien ubicarse como parte propia de la gestión
empresarial.
A su vez, como lo manifiesta Albacete (2004), existen claras diferencias en torno a la
gestión de la calidad, respecto a la fabricación de productos y la prestación de servicio, pues si
bien ambas buscan satisfacer las necesidades del cliente, la intangibilidad del servicio complica
la valoración de sus resultados. Por otro lado, el límite entre producto y servicio podría ser
superado cuando el producto es entendido como: “todo aquello que se ofrece en un mercado para
atención, adquisición, uso o consumo y que puede satisfacer un deseo o necesidad. Incluye
objetos físicos, servicios, personas, lugares, organizaciones e ideas” (Kotler, Bowen, Makens,
Rufín, & Reina, 2004).
A partir de lo cual, el servicio puede ser considerado no sólo como las actividades o
procesos que se realizan en un negocio de forma intangible, sino, al conjunto o vínculo que se
genera entre éste y el producto físico o bien tangible (Salazar Duque y Burbano Argoti, 2017).
En otras palabras, el servicio es considerado como el “conjunto de prestaciones que el cliente
espera recibir, además del producto” (López, 2003).
Es precisamente en esta visión más amplia del producto, en donde el sector del turismo y
de la hospitalidad parecen haber eliminado el límite entre productos y servicios, pues durante su
montaje-producción posee ambas características, siendo por ello necesario contar con un modelo
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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