INNOVA Research Journal 2018, Vol 3, No. 11, pp. 80-94
Introducción
La educación desde una perspectiva mundial, es concebida como un derecho universal, y
un continuo humano. Por tal motivo, la familia y la escuela, son consideradas desde siempre, los
pilares fundamentales para la formación integral del individuo. Al respecto, Delgado (2009),
señala que la educación es un proceso que va acompañado de múltiples elementos, y en
consecuencia es compleja y variada, por lo que en palabras del autor, va más allá de lo
intelectual, dado que abarca manifestaciones espirituales, emocionales lo que viene a
configurarla como la perfección de todas las manifestaciones de la naturaleza humana.
Dentro de este orden de ideas, la educación se concibe no como un solo proceso de
enseñanza, sino también como un proceso de aprendizaje y formación de la persona, como un
acto ineludible en todas las áreas de la vida y del conocimiento humano. A tal efecto, Blanco
(2009), considera que dentro de las finalidades de la educación está “preparar a las personas
para que participen en las distintas actividades de la vida humana y para que puedan tomar
decisiones sobre aquellos aspectos que afectan sus vidas y de sus comunidades”(s/p) y, a este
particular, la familia se simboliza como un factor importante para crear las bases del futuro de
las diferentes sociedades del mundo entero.
En este marco de ideas, es importante la participación e involucración de los padres y
representantes en proceso educativo de los niños, ya que es desde el hogar que se inicia la
atención y en consecuencia el éxito del futuro individuo en la sociedad.
Atendiendo a las ideas antes señaladas, la educación inclusiva se inicia desde los
primeros años de vida del niño, y desde el hogar. Entendida ésta de acuerdo a la Organización de
las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco 2008), como un
principio rector general para reforzar el aprendizaje a lo largo de toda la vida, y con acceso a las
oportunidades de aprendizaje en condiciones de igualdad para todos los niveles de la sociedad. A
tal efecto, desde la familia se debe considerar que a través de la participación que se genera en su
seno, se propicia las condiciones de una educación inclusiva, y en consecuencia conlleva a la
atención a niños con discapacidad. Al respecto, la Organización de Naciones (ONU, 2006),
expresa que, hoy no hay ninguna duda que los alumnos con discapacidad tienen reconocido su
derecho a participar como cualquier otro en la educación general tal como se recoge en la
Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. De acuerdo a las ideas antes
expuestas, la familia entonces juega un rol protagónico en la inserción de los niños con
discapacidad no solo en el ámbito escolar sino también en el devenir de la cotidianidad.
De manera tal que, según la Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en
Educación (2013), la familia es el lugar de la primera educación. Es donde el niño nace de un
proyecto de la responsabilidad parental que le procura cuidado en vistas a su futuro, su
construcción, su preparación como persona del mejor modo posible. Por lo que, también es
considerada un lugar de respeto de las libertades. En este orden de ideas, los padres a través de su
misión educativa, junto a la escuela ayudan a fortalecer la autosuficiencia y promover la
autonomía del niño. Por tal motivo, la educación inclusiva de los niños con discapacidad tiene su
origen en la familia, y se fortalece en la escuela así como en el desempeño de sus miembros, y de
esto depende en gran medida la aceptación no solo del entorno sino también del niño con sus
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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