INNOVA Research Journal 2018, Vol 3, No. 4, pp. 99-119
en que la preparación de los profesionales de los CIBV a los padres y cuidadores de los niños ha
incidido muy favorablemente en la calidad de vida y desarrollo integral de los infantes, pues es la
familia la institución que más incide en la vida de los pequeños (Berlinski & Schady, 2015), son
los progenitores quienes deciden cómo se alimenta y nutre el hijo, cuándo es necesario visitar al
médico, qué aspectos debe aprender el pequeño; por tanto, influir en las prácticas de crianza de
los adultos es incidir en un crecimiento sano y desarrollado de los niños y niñas.
Quizás por ello es que un gran por ciento de los encuestados opinó que el desarrollo
integral depende de los padres, y es que la trasferencia de afecto en los primeros años de vida,
según reportan los estudios, resulta determinantes para el desarrollo del cerebro y la transmisión
de valores a medida que el pequeño crece. De ahí que muchos de los programas de atención a la
infancia que han tenido éxito en la región han entendido a la familia como su principal aliada
para visibilizar el cambio de las prácticas de la crianza centrados sobre todo en la estimulación
cognitiva precoz. No obstante, sobre la familia también recaen problemas socioeconómicos
como el divorcio, la pobreza, el hambre, el desempleo, la discriminación, la marginalidad, que
atenta contra la crianza de los hijos.
Por ello, las políticas públicas en relación a la niñez primera, si bien se centran en el
trabajo con la familia, defienden el enfoque intersectorial de las estrategias y acciones
implementadas, como garantía para el éxito, como es también la opinión de la mayoría de los
encuestados. “Ello supone el desafío de establecer los acuerdos y consensos necesarios para que
la articulación intra e intersectorial nacional y la gestión sean una realidad” (UNICEF, 2012, p.
1
1), pues implica desde contar con trabajo para los padres hasta garantizar la alimentación de las
comunidades, la calidad de los servicios de los centros de salud, la accesibilidad a la escuela, la
seguridad ciudadana.
El Estado, con su papel regulador de las prácticas de la sociedad, advierte que el mejor
camino es el de “fortalecer el rol de la familia y la comunidad en la crianza de sus hijos e hijas”
(Espinel, 2016, p. 1). Ello sería hoy imposible sin la incidencia, por un lado, de los espacios de
cuidado de la primera infancia en los Centros Infantiles del Buen Vivir; así como la existencia
técnica, capacitación y asistencia financiera a esas instituciones enclavadas en la comunidad.
De acuerdo a los resultados de la investigación, estas instalaciones cuentan con la
infraestructura necesaria para ofrecer un ambiente confortable de los padres y niños que
participan en el programa, entendiendo ello, como lo que expresara Moreno (2016) en su estudio:
La existencia de áreas de recreación al aire libre; la existencia de, al menos, un 30% de
espacio dedicado únicamente para la movilidad de los infantes, los juegos y las actividades; la
existencia de lavamanos e inodoros con altura especial para niños; la existencia de un área
exclusiva de alimentación, de un área exclusiva para el control de la salud y de un área exclusiva
de cocina; el correcto funcionamiento de los servicios básicos y la división de los espacios de
atención de acuerdo a los grupos de edad de los infantes (p. 71).
A pesar de los recursos disponibles para el desarrollo de este programa, según los
encuestados no satisfacen los medios didácticos para la auto preparación de las educadoras de
esos centros y ejercer la capacitación de la familia en el cuidado de sus hijos. No obstante, existe
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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