INNOVA Research Journal 2018, Vol 3, No. 5, pp. 167-180
De acuerdo a lo descrito en el párrafo anterior, la investigación se concibe como el
producto de la relación, vinculación y cooperación entre el investigador y el sujeto en estudio,
donde éste último se cataloga como protagonista. Ferrarotti (1990), señala al respecto, que “el
interlocutor no es simplemente un objeto de investigación; es un ser humano que se confía, que
te brinda su vida en la mano” (p. 186). Con esta cita, queda reflejada la posición del sujeto en
estudio dentro del método historia de vida, la cual trasciende a un objeto de investigación para
convertirse en actor principal del proceso, con quien el investigador debe generar confianza,
empatía y un vínculo que facilite el trabajo en conjunto para la producción e interpretación de la
historia de vida. En palabras de Cornejo (2008), en este método se establece una relación sujeta –
sujeto que denota su dimensión epistemológica y desemboca en prácticas metodológicas
definitorias para este modo de producir conocimiento científico.
En cuanto a la relación sujeto en estudio – contexto, el método historia de vida contempla
que toda persona narra su pasado enmarcada en un espacio, tiempo y sociedad determinada,
aspectos que influyen considerablemente en su relato. Siguiendo con esta idea, Sanz (2005)
reseña que las experiencias pasadas, los modos de vida y el contexto social en el cual un sujeto
se encuentra inserto, afectan su comportamiento, su personalidad, su modo de pensar, la
narración de su historia personal y la significación que le atribuye a cada una de sus vivencias.
En esta explicación, radica la repercusión trascendental que tiene el contexto social en la historia
narrada por el sujeto en estudio, lo que se puede concretar de una mejor manera con lo expresado
por Ferrarotti (1990) al afirmar que el hombre adquiere una cultura, la aprehende y la internaliza
para luego reproducir una síntesis singular de la misma.
En este sentido, el método historia de vida considera que el entorno sociocultural se
encuentra reflejado en la persona que narra sus experiencias pasadas. Por lo tanto, no solo
permite conocer un individuo, un hecho o una historia aislada; facilita además, la comprensión
de toda una familia, comunidad, provincia, país o sociedad en general, de acuerdo al momento
histórico que el protagonista haya experimentado. En este particular, Ferrarotti (como se citó
Moreno, 2006), recalca que “la historia de vida es la contracción de lo social en lo individual, de
lo nomotético en lo idiográfico. En la vida de cada cual está toda su sociedad vivida
subjetivamente" (p. 22). En esta misma línea, Santamarina (como se citó en Chárriez, 2012)
señala que la historia de vida permite generar y compartir una memoria colectiva o formas de
vida de una sociedad en un momento histórico determinado. Estos planteamientos son los que
justifican el hecho de conocer y develar toda una sociedad en una sola historia de vida.
Por otro lado, las historias de vida ayudan a descubrir los elementos del entorno, tales
como: prácticas sociales, creencias, hechos, acontecimientos, tradiciones, formas de vida,
relaciones, entre otros aspectos, llenos de significado para el sujeto en estudio, quien en su
narración espontanea como protagonista, dejará fluir de forma natural. Relacionado a esta
descripción, Lucca y Berríos, (como citó en Chárriez, 2012) manifiestan que las historias de vida
permiten desentrañar las realidades que viven los contextos o sociedades, logrando que lo
implícito sea explícito, lo oculto sea visible, lo amorfo tenga forma y lo confuso, sea
comprensible. El contexto no puede ser un elemento ajeno al sujeto en estudio, tampoco puede
ser ajeno al investigador, es un elemento clave en la investigación con historias de vida, es lo que
resulta atractivo para quienes optan por este método cuando deciden comprender algún
fenómeno.
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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