INNOVA Research Journal 2017. Vol. 2, No.7 pp. 109-120
Los territorios que han sido colonizados por el ser humano se han visto afectados en
varios aspectos de los ciclos naturales con los que los ecosistemas han funcionado desde
siempre.
La huella ecológica que la presencia humana ha generado en la naturaleza rompe con el
justo equilibrio que existió de siempre entre el mundo animal y el resto de mundos que
componen la vida en el planeta18.
Los asentamientos humanos, los poblados y ciudades constituyen sin lugar a dudas la
mejor expresión del intento del ser humano por imponer su presencia en la naturaleza y, hasta en
cierto momento de la historia de la humanidad, la intención de racionalizarla.
El planeta vive en estas últimas décadas un acelerado proceso de cambios climáticos, los
mismos que se manifiestan en diferentes partes de los cinco continentes con comportamientos
atípicos para ciertas zonas geográficas.
En esa dualidad que existe entre arquitectura y ciudad, en la que la primera consolida el
espacio físico de la segunda y ésta a su vez determina la forma de la primera, hay una obligación
de ambas en generar respuestas materializadas, de acciones concretas, para reducir las
afectaciones sobre los territorios naturales que las sostienen.
No se trata solamente de que sean capaces de reducir el consumo energético propio de sus
estructuras y de generar energía a través de sistemas pasivos, sino que es importante que
constituyan en elementos configurantes del engranaje sinérgico, característico de los ciclos
propios de la naturaleza19.
Para tal enfoque es necesario entender que las diferentes disciplinas que configuran
ciudad, arquitectura y edificaciones tomen en consideración aspectos tecnológicos capaces de
convertirse en verdaderas fuentes de desahogo para el medio ambiente y que, además, sean
viables desde la inversión de recursos económicos, los mismos que son finitos, más allá de las
diferentes economías mundiales de las cuales provengan.
Espacio público y arquitectura
Cuando se trata de morfología urbana, se debe hacer mención a tres factores que la
configuran; i) el territorio: entendido como el espacio físico natural sobre el cual se asentará un
determinado poblado o ciudad. Entran en juego los aspectos topográficos, altimétricos,
orográficos, entre otros, ii) el trazado: siendo este estrato el primer componente artificial que
define la forma de la ciudad.
Desde Mileto en la antigua Grecia, pasando por las ciudades medievales de Europa
Occidental y atravesando por las ciudades islámicas (Magreb y Medio Oriente), las diferentes
culturas han visto definidas sus ciudades por una serie de ejes imaginarios que se transformarán,
con el pasar del tiempo, en las sendas que darán la forma final de sus recorridos, iii)
edificaciones: serán todas las construcciones que se colocarán y que ocuparán los polígonos
resultantes de los trazados.
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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