Regina Castillo-Guasch y Yunen Ixchel Guzmán-Cedillo
ISSN 2477-9024. Innova Research Journal (Mayo-Agosto, 2023). Vol. N8, No. 2, pp. 1-14
alimentación, estrés, enfermedades, entre otros, se asocian con una estrategia menos exitosa
(López-Perez y cols. 2017).
Al respecto se ha observado que realizar cursos para padres sobre resiliencia y estrategias
de RE., es benéfico porque además del acompañamiento, se impacta en el desarrollo emocional al
contrarrestar las consecuencias negativas, pues, aporta mejores formas de convivencia familiar
(Lacomba y cols., 2020; Hernández, 2020; Mancini et. al. 2022). Guzmán et. al., (2019), señalan
que la familia cuenta con varias funciones, entre ellas la ocupación de roles sociales y control de
impulsos.
Pereira et. al. (2017), indican que el tipo, intensidad, frecuencia y duración de la expresión
emocional dentro de las familias influye en las competencias emocionales de los hijos de múltiples
maneras, permitiendo la elaboración de esquemas cognitivos sobre qué tipo de emociones son
aceptables para ser expresadas o deben inhibirse, cómo regularlas, etc. Velasco y cols. (2019),
explican que una de las etapas que demanda más estrategias de RE., es el momento de crianza, ya
que el individuo además de regular sus emociones, le toca ser guía y modelo de sus hijos. Se tiene
el rol de aumentar la autoconciencia y ayudar al equilibrio emocional (Guzmán et. al. 2019).
Cuando los padres atienden a esta demanda emocional de los hijos y empatizan con ellos, son una
guía del manejo de las emociones y de su expresión.
Al respecto, se sabe que mientras las madres suelen moderar sus reacciones emocionales,
los padres incorporan estrategias de regulación destinadas a inhibir o suprimirlas. Las estrategias
de RE., se ven impactadas por las creencias y valores de los padres acerca de sus emociones y
forma de manejarlas, también influyen las capacidades de RE., el nivel de educación con el que
cuentan, condiciones económicas, por mencionar algunas circunstancias (Pereira y Fernandes,
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020).
Bridgett, et.al., (2015) realizaron un metaanálisis donde señalan que existe gran posibilidad
de que los patrones de autorregulación emocional se transmitan de forma intergeneracional,
consideran que es posible la transmisión de patrones conductuales desde la etapa prenatal debido
a los procesos sociales desarrollados en el contexto, así como mecanismos neurobiológicos. Es
importante resaltar, que una de las conclusiones a las que llegan es que la RE., deficiente de las
madres puede afectar sustancialmente a las estrategias de disciplina o inconsistencias en ella,
además de invalidar las emociones de los adolescentes, así mismo, puede incrementar
sustancialmente el maltrato.
Resultados similares son reportados por Morelen et. al. (2016), quienes trabajaron con 64
díadas de madres e hijas(os) notaron que las madres que viven emociones como abrumadoras o
incontrolables, impactan en el apoyo a las experiencias emocionales de sus hijos. También aclaran
que cuando las experiencias emocionales de los niños son minimizadas, castigadas o criticadas,
los niños suelen adquirir habilidades de afrontamiento limitadas o aprenden formas desadaptativas
de expresar sus emociones, es decir, con gritos, llantos, frustración, desilusión hacia ellos mismos,
por mencionar algunas. De igual importancia, los autores señalan que en la mayoría de los estudios
las madres tienden a estar más involucradas en la regulación y socialización emocional de sus
hijos, utilizan estrategias de reencuadre y enfoque atencional, al igual que confort físico cuando se
presenta alguna emoción negativa, por otra parte, los padres suelen reaccionar a las emociones
negativas implementando algún castigo.
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Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
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