INNOVA Research Journal 2020, Vol 5, No. 3.1, pp. 201-215
Siguiendo a Hayek, denominaremos cientismo a la indiscriminada e indebida aplicación
del método de las ciencias naturales al campo de las ciencias sociales o de la acción humana.
Puede interpretarse que el cientismo tiene diversas razones de ser, entre las que se han
mencionado al complejo de inferioridad de los científicos sociales, que tradicionalmente han
deseado alcanzar la misma precisión, en cuanto a predicciones y resultados, que sus colegas de
las ciencias de la naturaleza, elaborando una ingeniería social que permitiera solucionar todos los
problemas sociales y respondiendo así a unas demandas sociales que, hasta ahora, se han
considerado legítimas y justificadas. También, hemos mencionado… () Cómo el cientismo en el
campo social tiene su origen en una mala copia de los posicionamientos de la física desarrollada
en los últimos dos siglos.
Los enfoques cientistas, impregnados en las ciencias sociales desde fines del siglo XIX se
basan en un método matemático por tanto reduccionista, objetivista, empirista, resultado de lo
cual se acepta como dada la riqueza y la pobreza, por tanto, la separación del ser humano que
adelanta capital, maquinaria, equipo, del ser humano que trabaja. Ese método hipotético
deductivo con un par de modelos de eficiencia estáticos, llamados competencia perfecta o
monopolio, con un enfoque mecanicista propio de la física (química y biología, es decir los
métodos experimentales de las ciencias naturales) y no de la praxeología o estudio de la acción
humana, establece mecánicamente que, para alcanzar un bienestar estático, es necesaria la mal
llamada justicia redistributiva.
Incluso el marxismo en su enfoque parte de la doctrina de la lucha de clases (Lenin, s/f)
como algo determinado por unas leyes objetivas que están fuera de la conciencia de los seres
humanos o en el caso de la síntesis neoclásica – keynesiana, como una corriente dominante y
generalizada que promueve las políticas interventoras, por tanto descoordinadoras, al hacer del
uso de la fuerza y la violencia del Estado (Nozick, 1991), mediante gasto público y despilfarro,
financiado con cargas impositivas lesivas, con las cuales se apropian de un alto porcentaje de la
renta o producto generado en su acto empresarial, por cada individuo de la población
económicamente activa.
Al respecto encontramos en los trabajos de Cabezas (2017) y Cabezas y Vázquez (2017)
sobre la falla del Estado y el error tan popularmente aceptado de mezclar desigualdad con
pobreza, términos antónimos, algunas conclusiones: que mientras más grande es el gasto del
Estado (medido normalmente en porcentaje del PIB), más grande es la posibilidad de corrupción,
violencia y por tanto de pérdidas de eficiencia; o que hay que repartir la riqueza para igualar
ingresos y patrimonios. Hay que estar claro en lo siguiente: excepto por la igualdad ante la ley,
en la vida real nadie es igual a nadie, ni físicamente, peor mentalmente, de ahí la necesaria
división del conocimiento que hace posible la especialización de cada ser humano.
La escuela austriaca de economía, es una aliada firme del derecho natural que parte de
principios fundamentales como derecho a la vida, derecho a la propiedad y derecho a la libertad,
partiendo de ideas originales como la libertad en un sentido de un derecho negativo y que
siguiendo a Hayek (1996) y Ayau (2002) se define como “libertad es la ausencia de coacción
arbitraria”, o como bien lo manifestó Benegas Lynch (1986) “Libertad es el respeto irrestricto al
proyecto de vida ajeno”, según lo cual cada individuo es libre de elegir (Friedman, 1983) y llevar
adelante su proyecto de vida sin el menoscabo por parte de nadie de poder coartar esa
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