INNOVA Research Journal 2019, Vol 4, No. 3.2, pp. 152-171
sobre esto las mujeres efectúan o inciden en hasta el 80% de las decisiones de compra, lo que
incluye desde electrodomésticos, automóviles o servicios médicos (BID, 2018 ).
El empoderamiento femenino es reforzado por medio de las innovaciones sociales lo cual
aumenta la productividad y el crecimiento en ámbitos sociales (Vazquez, Camacho, & Garcia,
2
016), es así que las mujeres podrían ser grandes catalizadoras del progreso de un país,
principalmente por su especial enfoque hacia la familia, mejorando sus niveles de educación,
nutrición y salud, contribuyendo al desarrollo de capital humano, al crecimiento sostenible e
inclusivo y, por ende, ayudando a reducir la pobreza (Fundación de Microfinanzas BBVA,
2
018). Esta información debe ser vista como una oportunidad para instituciones financieras y
generadores de políticas públicas, para lograr el enfoque correcto de los créditos, así como el
debido seguimiento de los mismos hacia un sector que fomente condiciones de mejora para la
sociedad, sobre todo en los estratos más bajos.
Si bien la antes mencionada disparidad de género ha hecho que aún las mujeres
practiquen agricultura en terrenos más reducidos y menos productivos (Banco Mundial , 2018),
así como ser propietarias de negocios más pequeños, los resultados que se generan en dichos
ámbitos pueden llegar a tener un mayor impacto no solo en su economía sino incluso en la
calidad de vida de un país, esto ya que la utilización de sus ganancias son destinadas de manera
más responsable pensando en el bienestar familiar, por lo que puede decirse que existe una
correlación positiva entre el nivel de empoderamiento productivo femenino y la calidad de vida
de un país teniendo además un impacto cíclico. Es por tanto imprescindible lograr cambiar
ciertos paradigmas ya que la intención de generar un emprendimiento por parte de mujeres es
menor a la de hombres a nivel mundial y esto debido a que existe una percepción por parte del
género femenino en una menor capacidad en autosuficiencia, finanzas y tecnología. Así
también, según estudios se determina que el abandono por parte de las mujeres a sus actividades
empresariales es mayor debido a: responsabilidades familiares, dificultad de capital humano y
financiero y, la desigualdad que existe entre hombres y mujeres frente al riesgo (Garcia, Jimenez,
&
Escamilla, 2018). Sin embargo, es interesante observar que aquellas emprendedoras
femeninas que tomaron la decisión de empezar su negocio, cuentan con habilidades más fuertes
en cuanto a gerencia, lo que hace que tengan un mayor entendimiento del negocio y por lo tanto
mejores resultados en negociación con sus respectivos stakeholders (Dastourian, Kawamorita,
Seyyed Amiri, & Moradi, 2017).
Aunque la proporción de mujeres sin acceso a ingresos propios es mucho menor que
décadas pasadas, aún existe una brecha en relación con los hombres del mismo sector
socioeconómico, en contextos de recurrente discriminación laboral, segregación ocupacional y
brechas salariales, por lo que, sin un acompañamiento de políticas públicas favorables, su
empoderamiento económico continuará incompleto (ONU MUJERES, 2018). En este sentido en
Ecuador se ha optado como política pública que promueva el emprendimiento femenino en
sectores socioeconómicos bajos, por medio de la generación del Crédito de Desarrollo Humano
(CDH). El Ministerio de Economía Popular y solidaria, en el marco de su programa Bono de
desarrollo Humano (BDH), busca generar apoyo económico mensual específicamente a las
personas en extrema pobreza, con la intención de que este bono logre fomentar el
emprendimiento ha generado el Crédito de Desarrollo Humano (CDH), el cual es el adelanto
acumulado del BDH por 1 o 2 años, mismo que se entrega principalmente para fomentar
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