INNOVA Research Journal 2016, Vol 1, No. 2, pp. 41-48
1
987; Petrick y Quinn, 1997). Las dos perspectivas éticas principales: deontológica y teleológica
están integradas a los tres estilos clásicos de liderazgo: transformacional, transaccional y
directivo. Al respecto, Aronson (2001) planteó: “El nivel de desarrollo moral no determina el
estilo de liderazgo, solo cuán ético es. El estilo de liderazgo ético más bien refleja la perspectiva
ética adoptada por el líder, basada en sus valores”. El estudio de Aronson (2001) integró los
estilos de liderazgo con las perspectivas éticas.
La teoría ética corresponde más estrechamente al liderazgo directivo (LD) parecería ser el
egoísmo ético, una categoría de la ética teleológica. Para el líder ético, entonces, una decisión
para ser moral dependerá de la probabilidad que tomará para el cumplimiento de los objetivos
personales y de la extensión que toma en cuenta los intereses de los subordinados (D’Alessio,
2
010). Los estilos de LD observados son: 1) autocrítico benevolente, 2) consultivo, 3)
participativo, y 4) consenso.
El liderazgo transaccional (LT) involucra un cambio quid pro quo (en latín: una cosa por
otra) entre el líder y el seguidor. Corresponde a la teoría ética utilitaria, la cual afirma que las
decisiones son morales si guían a un mayor grado o beneficio para todos los involucrados. Los
estilos de TA observados en el desarrollo moral alto (altruismo) son: 1) recompensa
contingente, 2) gerencia por la excepción activa, y 3) gerencia por la excepción pasiva. Los
estilos de LT observados en el desarrollo moral bajo (egoísmo) son: 1) autocrítico-despótico, y
2
) Laissez-faire (dejar hacer).
Los líderes transformacionales (TF) conocidos también como carismáticos
transformacionales, operan con una preocupación real por los otros, son éticos por naturaleza, y
parecen ser guiados por un conjunto de valores morales que están basados en principios para
hacer lo correcto. Según Bass y Avolio (1994), los líderes transformacionales auténticos colocan
con frecuencia los intereses de los otros antes que los propios.
Otros autores, difieren de las teorías de Burns (1978) respecto a la naturaleza ética del
líder transformacional, para Whetstone (2002) el liderazgo transformacional puede derivar en la
manipulación, utilizando a los seguidores para los propósitos del líder. Para Giampetro, Brown,
Browne y Kubasek, (1998) este modelo de liderazgo presenta la debilidad y el peligro de poder
ser utilizado efectivamente con fines poco éticos e inmorales. Existen varios ejemplos en la
historia que muestran que puede suceder la transformación efectiva de los seguidores, pero no
necesariamente hacia un lado éticamente positivo (Hitler, Napoleón, entre otros).
Durante el desarrollo del presente ensayo, el autor ha encontrado estudios como el de
Parry y Procter-Thomson (2002) que muestra una correlación que, aunque moderada, es positiva
entre el liderazgo transformacional y la integridad o ética que los empleados percibían en los
líderes que lo ejercían. Estudios como éste poseen gran relevancia para el desarrollo del
liderazgo transformacional, parece lógico pensar, que si el liderazgo transformacional no posee
integridad ni promueve la conducta ética, es necesario cuestionarse el valor que tiene la
formación y el desarrollo del mismo dentro de la organización (Giampetro et al., 1998). Sin
embargo, si bien es cierto que el auténtico liderazgo transformacional es ético y se preocupa
primeramente, por el bien común (Bass y Steidlmeier, 1999), podría pensarse que el liderazgo
transformacional puede conducir a comportamientos auténticos y no auténticos. Adicionalmente,
Revista de la Universidad Internacional del Ecuador. URL: https://www.uide.edu.ec/
44