INNOVA Research Journal 2019, Vol 4, No. 3.1, pp. 193-207
habitantes como los visitantes de la comunidad. El 80% cuenta con energía eléctrica, el sistema
de comunicación es limitado por la ubicación geográfica de las comunidades, servicios médicos,
alcantarillado, seguridad y otros servicios básicos son escasos (Vargas , y otros, 2018).
Aparte de los problemas de infraestructura, el sistema educativo de las poblaciones en las
cuales se desarrolla el turismo comunitario es inequitativo, varias comunidades han podido
acceder al sistema de Educación Intercultural Bilingüe, el cual ha tenido varios
cuestionamientos por su forma de administración y que ha limitado la escolarización en los
sectores indígenas y rurales del país y otras han preferido ser parte del Sistema Nacional Regular
de Educación, pero enviando a niños y adolescentes a estudiar lejos de sus pueblos, en el sector
urbano (Díaz, 2017) . Considerando que el turismo comunitario es administrado y manejado
directamente por los miembros de la comunidad, la falta de una educación de calidad para los
miembros de la comunidad ha causado que muchos de los emprendimientos de turismo
comunitario no sean exitosos y se cierren dentro de corto tiempo. El mal manejo de estos
emprendimientos afecta negativamente al desarrollo de las comunidades ya que no pueden gozar
de los beneficios que brinda el turismo comunitario.
Beneficios
En el Ecuador las iniciativas o emprendimientos de comunidades rurales o indígenas que
han insertado como parte de sus actividades productivas, al turismo, se encuentran legalizadas a
través de la Superintendencia de Economía Popular y Solidaria; como Asociaciones Prestadoras
de Servicios Turísticos. Para el 2019 se han registrado en todo el país 289 asociaciones, de las
cuales 58 están ubicadas en Pichincha y 4 en el cantón Mejía (Superintendencia de Economía
Popular y Solidaria, 2019), la asesoría de su constitución es promovida por los Gobiernos
Autónomos Descentralizados Provinciales, quienes a través de su planificación y en
cumplimiento de sus funciones, buscan el desarrollo de sus territorios a través del equipamiento,
generación de infraestructura y capacitación de estos emprendimientos.
Por el apoyo de agentes externos, varios de estos emprendimientos han logrado
posicionarse en el mercado, después de largos procesos (Cabanilla & Garrido, 2018); según el
Ministerio de Turismo (2019), se han certificado 37 de estos emprendimientos como Centros de
Turismo Comunitario.
De estos, la experticia en el manejo turístico incrementó en algunos casos, pues se ha
observado el reporte de ingresos económicos que superan su punto de equilibrio, como en los
casos de Runa Tupari, Kapawi, Napo Wild Life, Saraguro, Salinas de Bolívar, San Clemente,
entre otras. Al mismo tiempo otras comunidades a través del trabajo independiente, búsqueda de
opciones de financiamiento y el aprovechamiento de las capacitaciones se han mantenido, como
es el caso de Agua Blanca y Yunguilla, por ejemplo (Cabanilla & Garrido, 2018). Una de las
razones para que estos emprendimientos sean exitosos y se hayan mantenido en el tiempo ha sido
la capacitación.
Sin embargo, a pesar de que existen ejemplos exitosos de turismo comunitario en el país,
estos siguen siendo reducidos en comparación con el número de comunidades que día a día se
embarcan en emprendimientos de este tipo. Es importante considerar que el turismo comunitario
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